EL ÚLTIMO DUELO

El cronista medieval Jean Froissart describió en la Baja Edad Media el duelo a muerte que tuvo lugar en París en el invierno de 1387, ciertamente no el último celebrado, pero sí la última ocasión en la que el tribunal regio de París ordenó que un combate dictaminara la culpabilidad o la inocencia de los contendientes. De ese insólito relato parte, siguiéndolo muy de cerca, Eric Jager, profesor de literatura medieval, autor del libro en que se basa la película El último duelo (EEUU 2021, 152 min.), para diseccionar una sociedad en crisis y en guerra, de nobles venidos a menos, cuyo analfabetismo provoca burlas, y de escuderos ansiosos que se ganan la vida como recaudadores de rentas en un mundo empobrecido, con las huellas de la Peste Negra, siendo las mujeres y su cuerpo propiedad del marido.
Pero también explora territorios menos conocidos que matizan la extendida creencia de que la Edad Media es poco más que un paréntesis de barbarie entre Roma y el Renacimiento cuyo destino es progresar de forma lineal desde las ruinas de la civilización hasta la racionalidad moderna. La complejidad de la época y lo difícil que suele ser penetrar en sus códigos, se atisban en las aparentes contradicciones que se ponen de manifiesto en normas y prácticas, de nobles venidos a menos cuyo analfabetismo provoca burlas, y de escuderos ansiosos que se ganan la vida como recaudadores de rentas en un mundo empobrecido, con prácticas judiciales aparentemente irracionales como duelos y juicios de Dios, con otras basadas en la aplicación de normas jurídicas codificadas a partir de la recuperación del antiguo Derecho romano. Las estrategias jugaban un papel fundamental a la hora de optar por unas u otras.
Los actores Matt Damon y Ben Affleck escribieron juntos hace años el guión de El indomable Will Hunting, que interpretaron ambos y que logró un temprano y goloso Oscar. Veinticuatro años después repiten la experiencia al escribir conjuntamente el guión de El último duelo, que también firma Nicole Holofcener, basándose en la novela de Eric Jager. Y lo protagonizan, acompañados del actor de moda Adam Driver y Jodie Comer, que todos ellos cumplen satisfactoriamente. Adaptan esa historia al parecer real, que ocurrió en la Francia del Medievo. El duelo a muerte entre dos amigos, compañeros de armas, escuderos del rey, al contar públicamente la valiente y devastada esposa de uno de ellos que fue violada por el otro.
Ofrecieron su ambicioso proyecto a un director tan dotado como Ridley Scott, señor que figura en el Olimpo del cine con películas como Los duelistas, Alien, Blade Runner y Thelma y Louise,…, siendo uno de los directores más expertos y creativos haciendo cine de época, filmando batallas, fabricando tensión, dirigiendo intérpretes, como muestra una vez más en este film.
Su estructura narrativa no es nueva. El japonés Akira Kurosawa la utilizó sabiamente en Rashomon. Consiste en que la cruenta historia está relatada a través de los tres protagonistas: el marido, el violador y la mujer, pero avanzando también en la acción. Y que el espectador haga sus deducciones. Los paisajes son oscuros, nevados, neblinosos, helados. La sangre derramada no es la excepción, sino la norma. Ridley Scott lo describe con atmósfera, realismo y credibilidad.
Lo narrado no presenta ningún ideal de amor romántico ni prefigura movimientos del presente reivindicando unos derechos de la mujer que como tales estaban fuera del universo mental e institucional de su época. No es fácil determinar hasta qué punto las experiencias compartidas pudieron crear complicidad entre ellas al margen de la jerarquía social y la riqueza. Si las damas de su clase acusan a la esposa de un señor de comportarse como una campesina y dañar a su linaje, la mirada de todas ellas durante el duelo parece reflejar una angustia similar, si bien nunca se franquea la barrera que las separa.
Muy poco se sabe de lo que sucedió después del duelo, más allá de algunos datos dispersos. El cronista Froissart, no obstante, brinda uno de esos preciosos momentos en los que se cuela la vida entre las letras cuando, ante el terrible castigo que acecha al marido y su esposa, se pregunta: “No sé, porque nunca hablé con ella, si no se había arrepentido de haber llegado tan lejos y de haber puesto en tal peligro a su esposo y a ella misma”.
El último duelo es una buena película para quien le guste ver la complejidad, turbiedad y espectáculo de la Baja Edad Media.
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