LIGHTYEAR

Reconozco que disfrutaba llevando a mis sobrinos pequeños al cine, y la inmensa mayoría de esas películas llevaba la firma de Disney. Me encantaba el alborozo de los niños, su capacidad para vivir sueños con formato de película. Además, desde siempre me han gustado bastantes películas de dibujos animados, si bien a lo largo del tiempo he ido acercándome con espíritu crítico a ellas (temáticas, personajes y moralejas).
Hasta que llegó una gente creativa, puro talento, imaginación, poesía, humor, virtuosismo técnico, cuya factoría llevaba el bendito nombre de Pixar. Y aquello se convirtió en una fiesta, en la que es probable que la gente mayor incluso lo pasáramos mejor que los críos. Pero también va conociendo su final. Sería demasiado arriesgado asegurar que dicha decadencia se debe a su adquisición por Disney. No sé si hubo deserciones entre los que hicieron posible aquel duradero milagro, pero para mis gustos la gracia se le está evaporando a marchas forzadas. Guardo eterna grata memoria de Up, Wall.e, Toy Story, Ratatouille, Monstruos S. A., Los Increíbles y otras joyas, siendo la última que me fascinó Del revés y cada vez menos Soul, Luca y Red.
Su recien estrenada Lightyear (USA 2022, 100 m.), la protagoniza el simpático muñeco Buzz Lightyear, el juguete preferido de Andy, el niño de Toy Story. Como se indica en su comienzo: “Era de su película favorita. Esta es aquella película”. En ella lo introducen en la ciencia-ficción, como “guardián del espacio”, junto a otros compañeros más bien pintorescos (incluido un robot de compañía personal gatuno), empeñados en derrotar al Mal. El argumento no es demasiado original, aunque tiene vocación de hacer cine de acción trepidante, con sus típicos valores y mensaje del cine infaltil. Pero me acompaña la idéntica sensación de aburrimiento como con todo el cine que veo últimamente ambientado en las galaxias, en los aires o en planetas desconocidos. Casi prefiero que las intrigas se desarrollen en la Tierra, ya que mi capacidad para crearme ensoñación a través de territorios exóticos es nula. Ignoro cómo reaccionará la chiquillería ante estas actuales aventuras espaciales de Buzz, pero a mí me han provocado más tedio que entretenimiento.
Parece ser que el casto beso de bienvenida entre dos mujeres que integran uno de los actuales modelos de familia, ha provocado la prohibición del film en catorce países, algunos de los cuales se proclaman modernos y humanistas pero que no admiten estas nuevas relaciones, pienso que -como ocurre siempre- lo único que se provoca es morbo por verlo y así tener más espectadores. Y Disney, al parecer, ha sufrido un ataque de nervios, al prever que no le van a salir las cuentas en su fastuoso negocio si no ejecuta la pretendida censura.
El jaleo que se ha montado ha sido bastante grande. Aunque hubiese sido mejor que Lightyear pasara a la historia por su calidad cinematográfica, que personalmente creo que es bastante escasa, pues desafortunadamente es una nueva película de Pixar rutinaria, mecánica, sin gracia.
Alfonso Esponera Cerdán, o.p.
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